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TOP 10 Robert Bresson


ROBERT BRESSON (Bromont-Lamothe, Francia, 1901 – París, Francia, 1999)
El más reflexivo sobre la esencia de su arte: el Cinematógrafo. Un hito en la evolución del cine como lenguaje y como forma de pensamiento



«Película de cinematógrafo en la que las imágenes, como las palabras del diccionario, no tienen poder y valor más que por su posición y relación»

Robert Bresson


1. PICKPOCKET (EL CARTERISTA)
(Pickpocket, 1959)


2. UN CONDENADO A MUERTE SE HA ESCAPADO
(Un Condamné à Mort s’est Échappé, 1956)


3. DIARIO DE UN CURA RURAL
(Journal d’un Curé de Campagne, 1951)


4. AL AZAR DE BALTASAR
(Au Hasard Balthazar, 1966)


5. MOUCHETTE
(Mouchette, 1967)


6. EL PROCESO DE JUANA DE ARCO
(Procès de Jeanne d’Arc, 1962)


7. LANCELOT DEL LAGO
(Lancelot du Lac, 1974)


8. CUATRO NOCHES DE UN SOÑADOR
(Quatre Nuits d’un Rêveur, 1971)


9. EL DIABLO PROBABLEMENTE
(Le Diable Probablement, 1977)


10. EL DINERO 
(L’argent, 1983)


Mención extra: LAS DAMAS DEL BOSQUE DE BOLONIA
(Les Dames du Bois de Boulogne, 1945)


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TOP 40 Cine sobre la infancia


«El niño perdido llora, pero sigue cazando mariposas»

Ryusui Yoshida


1. EL ESPÍRITU DE LA COLMENA
Víctor Erice (ESP, 1973)


2. PATHER PANCHALI (LA CANCIÓN DEL CAMINO) (Pather Panchali)
Satyajit Ray (IND, 1955)


3. EL ESPEJO (Zerkalo)
Andréi Tarkovski (URSS, 1975)


4. MENDIGAR O MORIR (Boot Polish)
Prakash Arora (IND, 1954)


5. ¿DÓNDE ESTÁ LA CASA DE MI AMIGO? (Khane-ye Doust Kodjast)
Abbas Kiarostami (IRA, 1987)


6. ALEMANIA, AÑO CERO (Germania, Anno Zero)
Roberto Rossellini (ITA/ALE/FRA, 1948)


7. A SIMPLE EVENT (Yek Etefagh Sadeh)
Sohrab Shahid Saless (IRA, 1973)


8. EL SUR
Víctor Erice (ESP, 1983)


9. EL REGRESO (Vozvrashchenie)
Andrei Zvyagintsev (RUS, 2003)


10. MOUCHETTE
Robert Bresson (FRA, 1967)


11. DEL ROSA… AL AMARILLO
Manuel Summers (ESP, 1963)


12. LA INFANCIA DE IVÁN (Ivanovo Detstvo)
Andréi Tarkovski (URSS, 1962)


13. LOS NIÑOS DEL PARAÍSO (Hachi no su no Kodomotachi)
Hiroshi Shimizu (JAP, 1948)


14. PAISAJE EN LA NIEBLA (Topio Stin Omichli)
Theo Angelopoulos (GRE/FRA/ITA, 1988)


15. CRÍA CUERVOS 
Carlos Saura (ESP, 1976)


16. LOS CUATROCIENTOS GOLPES (Les Quatre Cents Coups)
François Truffaut (FRA, 1959)


17. FANNY Y ALEXANDER (Fanny och Alexander)
Ingmar Bergman (SUE/FRA/ALE, 1982)


18. APARAJITO (EL INVENCIBLE) (Aparajito)
Satyajit Ray (IND, 1956)


19. MASACRE: VEN Y MIRA (Idi i Smotri)
Elem Klimov (URSS, 1985)


20. HE NACIDO PERO… (Y SIN EMBARGO HEMOS NACIDO) (Umarete wa Mita Keredo)
Yasujirō Ozu (JAP, 1932)


21. LA TUMBA DE LAS LUCIÉRNAGAS (Hotaru no Haka)
Isao Takahata (JAP, 1988). Animación


22. MUDDY RIVER (Doro no Kawa)
Kôhei Oguri (JAP, 1981)


23. EL CHICO (The Kid)
Charles Chaplin (EEUU, 1921)


24. MIEL (Bal)
Semih Kaplanoglu (TUR/ALE, 2010)


25. LONG LIVE THE REPUBLIC (At Zije Republika)
Karel Kachyna (CHE, 1965)


26. EL LIMPIABOTAS (Sciuscià)
Vittorio De Sicca (ITA, 1946)


27. LOS OLVIDADOS
Luis Buñuel (MEX, 1950)


28. BASHU, EL PEQUEÑO EXTRANJERO (Bashu, gharibeye koochak)
Bahram Beizai (IRA, 1989)


29. SÁTÁNTANGÓ
Béla Tarr (HUN/ALE/SUI, 1994)


30. CUERVOS (Wrony)
Dorota Kedzierzawska (POL, 1994)


31. QUIETO, MUERE, RESUCITA (Zamri, Umri, Voskresni!)
Vitali Kanevsky (URSS, 1990)


32. EL COLOR DEL PARAÍSO (Rang-e Khoda)
Majid Majidi (IRA, 1999)


33. CERTIFICADO DE NACIMIENTO (Swiadectwo Urodzenia)
Stanislaw Rózewicz (POL, 1961)


34. EL GLOBO ROJO (Le Ballon Rouge)
Albert Lamorisse (FRA, 1956). Cortometraje


35. MES PETITES AMOUREUSES
Jean Eustache (FRA, 1974)


36. VALPARAÍSO, MI AMOR
Aldo Francia (CHL, 1969)


37. NADIE SABE (Dare mo Shiranai)
Hirokazu Kore-eda (JAP, 2004)


38. CRÓNICA DE UN NIÑO SOLO
Leonardo Favio (ARG, 1965)


39. KUMMATTY
Govindan Aravindan (IND, 1979)


40. LA PEQUEÑA VENDEDORA DE SOL (La Petite Vendeuse de Soleil)
Djibril Diop Mambéty (SEN/FRA/SUI/ALE, 1999). Mediometraje


Mención extra: AQUELLA CASA AL LADO DEL CEMENTERIO (Quella Villa Accanto al Cimitero)
Lucio Fulci (ITA, 1981)


Dedicado a Leo

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CENIZAS Y DIAMANTES


Popiól I Diament

Polonia, 1958. 98 min. B/N

Director: ANDRZEJ WAJDA. Guión: Andrzej Wajda, Jerzy Andrzejewski. Música: Filip Nowak. Fotografía: Jerzy Wojcik. Intérpretes: Zbigniew Cybulski, Ewa Krzyzanowska, Adam Pawlikowski, Bogumil Kobiela.


Al arder no sabes si serás libre,
si sólo quedarán cenizas y confusión.
O se hallará en las profundidades
un diamante que brille entre la ceniza

Cenizas y Diamantes. Cyprian Kamil Norwid


A medio camino entre el Neorrealismo italiano y la Nouvelle Vague francesa, el cine polaco era el art cinema de Europa. Esta cinematografía –aún inmerecidamente poco conocida– vivió su auténtica Edad de Oro entre finales de los años cincuenta y mediados de los sesenta. A pesar de la censura comunista imperante, directores como Aleksandr Ford, Andrzej Wajda, Andrzej Munk o Roman Polanski tuvieron gran influencia en el desarrollo del cine posterior y algunas de sus películas llegaron a constituir un modelo para una generación emergente de artistas e intelectuales de Europa del Este. Cenizas y Diamantes, de Wajda, es el paradigma perfecto.



Figura mayor del cine mundial, antes estudiante de Bellas Artes y pintor, el prolífico Andrzej Wajda (1926-2016) fue el más insigne integrante de la famosa Escuela Polaca de Cine (Munk, Kawalerowicz, Has) anterior al Cine de la Inquietud Moral (Holland, Kieślowski, Zanussi), el otro movimiento fílmico de Polonia tras la posguerra. Wajda retrata en sus películas, siendo el vértice de su filmografía, la historia reciente de su Polonia natal y los efectos que tuvo en ella la II Guerra Mundial. El autor decía: «Las dificultades de las relaciones humanas y la necesidad de comprensión entre todos los hombres son los más bellos temas a tratar por un cineasta». 

Cenizas y Diamantes, realizada por el director con apenas 32 años y estrenada en 1957, está basada en la controvertida novela de 1948 escrita por Jerzy Andrzejewski y toma su título de un poema del romántico polaco Cyprian Kamil Norwid, el cual hace referencia a la manera en la que por medio de calor y presión se forman diamantes a partir del carbón. La película clausuró la Trilogía de la Guerra de Wajda, completada por Generación (1955), sobre la resistencia activa, y Kanal (1957), sobre la sublevación.



8 de mayo de 1945, último día de la II Guerra Mundial. En una Polonia caótica y con recelo hacia la influencia soviética, dos ultranacionalistas y miembros de la Resistencia, Maciek (Zbigniew Cybulski) y Andrzej (Adam Pawliskowski), tienen la misión de asesinar al dirigente comunista Szczuka. Para ello deben pasar toda una noche en el Hotel Metropol, sitio en que se celebra una cena para conmemorar la victoria aliada frente a los nazis. Entre tanto, Maciek se enamora fortuita y apasionadamente de una camarera del hotel, la joven y atractiva Krystyna (Ewa Krzyzanowska), quien le hará replantearse sus ideales y convicciones ante la esperanza de una vida diferente (más próxima a la felicidad si se queda con ella).

El mítico actor polaco Zbigniew Cybulski, tildado por la crítica como el «James Dean del Este» y muerto prematura y accidentalmente a los 40 años, encarna genialmente a Maciek, que lleva gafas oscuras «como recuerdo de mi amargo amor por la patria». El personaje representa y confronta dos Polonias: la idealista que pertenece ya al pasado (muerte, lucha política) y la nueva que renace bajo el signo de la indefinición (vida, amor). Víctima de las circunstancias y sumido en un debate interior, prototipo del antihéroe trágico al estilo de Michel Poiccard en Al Final de la Escapada (realizada dos años después), a Maciek se le relaciona con la juventud loca, la fatiga existencial, la redención a través del amor y la ironía del destino.



Cenizas y Diamantes es un filme bisagra entre la tradición clásica y los aires vanguardistas de los Nuevos Cines. Formalmente muy audaz, Wajda lo construye a través de la célebre y opresiva regla de la triple unidad (tantas veces aplicada por los polacos): temporal (24 horas), espacial (un hotel) y dramática (la misión del asesinato). El estilo visual oscila entre el naturalismo y una estética barroca y expresionista con reminiscencias del cine negro y Orson Welles. La puesta en escena, que introduce diferentes símbolos (caballos blancos, una cruz invertida en medio de los escombros), los juegos de luces y sombras, los encuadres atípicos y la profundidad de campo contribuyen a generar imágenes espeluznantes y el clima de asfixia adecuado.

Cenizas y Diamantes (Popiól I Diament), provista de una inquebrantable personalidad propia, es la película más emblemática de Andrzej Wajda y una de las cúspides del cine europeo del siglo XX. Un drama político-histórico de posguerra con elementos de thriller, de espíritu romántico y aliento lírico desesperanzado, que el director de La Tierra de la Gran Promesa convierte en una lúcida y amarga reflexión sobre los dilemas morales del hombre, en este caso del joven Maciek, quien debe escoger entre el deber patriótico y un asesinato que se revela absurdo y el amor y la pasión que siente por la chica que acaba de conocer, Krystyna.


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PASIÓN DE JUANA DE ARCO, LA


La Passion de Jeanne d’Arc

Francia, 1928. 110 min. B/N

Director: CARL THEODOR DREYER. Guión: Carl Theodor Dreyer, Joseph Delteil. Música: Película muda. Fotografía: Rudolph Maté, Goestula Kottula. Intérpretes: Renée Jeanne Falconetti, Eugene Silvain, Maurice Schutz, Michel Simon, Antonin Artaud, André Berley.


«Sólo a Dios me remito. Y en lo que toca a mis visiones, no acepto el juicio de ningún hombre»

Juana de Arco


Carl Theodor Dreyer basó La Pasión de Juana de Arco en las actas originales del proceso celebrado en Rouen a principios de 1431 y en el libro «Jeanne d’Arc» escrito por Joseph Delteil, quien igualmente participó en el guion. Cuando los ingleses y borgoñeses se disponían a atacar la ciudad de Orleans en 1428, el príncipe Carlos, primogénito de Carlos VI de Francia, accedió a confiar a la campesina y piadosa Juana, de diecisiete años de edad, un ejército de cinco mil hombres para resistir. El éxito de su misión cambió la suerte de Francia en la Guerra de los Cien Años y ayudó a coronar como rey a Carlos. Posteriormente, Juana fue capturada por el enemigo y un tribunal eclesiástico la juzgó y mandó a la hoguera por blasfema y hereje.

La Pasión de Juana de Arco se ciñe al proceso inquisitorial, centrándose en la angustia de Juana de Arco y en el despotismo de sus acusadores, los cuales la sometieron a un interrogatorio terrible y confuso durante tres meses con la intención de convencerla para que negara ser la enviada de Dios. Considerada una mártir y convertida en el símbolo de la unidad francesa, fue beatificada en 1909 y canonizada en 1920, año en que Francia la proclamó su patrona. Dreyer realizó la película ocho años después.



La Pasión de Juana de Arco es un espécimen único en la historia del séptimo arte. El maestro Dreyer halló un lenguaje visual y narrativo insólito, no adscrito a corriente fílmica alguna. El director decía: «Nada en el mundo puede compararse con el rostro humano. Es una tierra que uno nunca se cansa de explorar». La Pasión de Juana de Arco es el cenit de esa creencia, pues se apoya en el uso obsesivo de intensos primeros planos de rostros (gesticulaciones, miradas), especialmente el de Juana, en cuyos rasgos faciales y ojos húmedos se revelan los sentimientos del alma y la actitud ante el sufrimiento, sin perder nunca la santidad.

Dreyer pensó en Lillian Gish como protagonista, pero quedó cautivado ante la impresionante expresividad de Renée Jeanne Falconetti, una joven actriz francesa que procedía del teatro de variedades. Falconetti nunca realizó otra película: consideraba que aquella experiencia ya colmaba su ambición cinematográfica. Fiel a su idea de llegar a la verdad estética y psicológica de los personajes, Dreyer le negó el maquillaje (se le ven hasta las pecas), le rapó el pelo en pantalla y la sometió a tortuosos ensayos obligándola a mirar intensamente a la cámara, exponiendo todo el patetismo de una mujer ultrajada y condenada a una muerte injusta.



Obra maestra del cine silente en los albores del sonoro, La Pasión de Juana de Arco fue un fracaso comercial en su momento y sufrió con saña la censura, hasta que en 1985 pudo ser restaurada por la Cinemateca Francesa. Cine de inmersión total, de austeridad extrema. El director de Ordet-La Palabra rechazó cualquier indicio de espectáculo épico o frívolo y vació el encuadre de ornamentos accesorios, sumergiéndose plenamente en la introspección moral y espiritual de Juana y materializando algo extraordinario y trascendente.

La historia está condensada en un solo día y filmada en pocos interiores (sala del tribunal, celda de la prisionera). Dreyer consigue conferir sensación de claustrofobia a través del empleo prolongado de picados y contrapicados, imágenes descentradas e inclinadas y poderosos juegos de luces y sombras. Además de la inolvidable interpretación de Renée Jeanne Falconetti, destacan los impecables trabajos del decorador de tendencias expresionistas Herman Warm (El Gabinete del Dr. Caligari) y de los operadores de fotografía Rudolph Maté –después director de cine– y Goestula Kottula. Por su parte, el poeta y dramaturgo Antonin Artaud encarna su mejor papel cinematográfico, el del compasivo hermano Jean Massieu.



Poema místico o sinfonía de caras, La Pasión de Juana de Arco ostenta una belleza subyugante y estremecedora. Película de culto e inmortal. El danés da una lección de cine hecho desde los cimientos: con la imagen aniquilando la palabra.


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VIDA DE LOS OTROS, LA


Das Leben der Anderen

Alemania, 2006. 137 min. C

Director: FLORIAN HENCKEL VON DONNERSMARCK. Guión: Florian Henckel von Donnersmarck. Música: Gabriel Yared, Stéphane MouchaFotografía: Hagen Bogdanski. Intérpretes: Ulrich Mühe, Martina Gedeck, Sebastian Koch, Ulrich Tukur, Thomas Thieme, Hans-Uwe Bauer, Volkmar Kleinert, Matthias Brenner, Charly Hübner, Herbert Knaup.


«Estoy pensando en lo que Lenin dijo de la Appassionata de Beethoven: ‘Si sigo escuchándola, no podría acabar la revolución’. ¿Puede alguien que haya escuchado esta música… que la haya escuchado de verdad… continuar siendo una mala persona?»

Georg Dreyman/Sebastian Koch


La Vida de los Otros (2006) es la poderosa ópera prima del joven alemán Florian Maria Georg Christian Graf Henckel von Donnersmarck​ (Colonia, 1973), un hombre brillante de reconocida formación artística, filosófica y política y cuya longitud del nombre es solo comparable a su estatura (mide 2’05 m.). Según confesión propia, el proyecto le sobrevino mientras escuchaba la «Appassionata» de Beethoven, a cuya apacible melodía se hace referencia en el filme. Ganadora del Oscar a la Mejor película de habla no inglesa y del Premio del Cine Europeo a la Mejor película, Mejor actor y Mejor guión, además de otros premios internacionales, Das Leben der Anderen es, –y no por ello–, una de las mejores películas del siglo XXI y un filme de una sobriedad y calidad asombrosas para ser el de un debutante.



Berlín Este, 1984 (misma fecha que el título de la novela de George Orwell, que narra igualmente la vida en un sistema totalitario). La Stasi (abreviatura de Ministerium für Staatssicherheit) es el efectivo servicio de inteligencia de la RDA que vela por la seguridad del Estado y controla férreamente los círculos intelectuales y potencialmente disidentes: todos son sospechosos. El drama se concentra en Gerd Wiesler (Ulrich Mühe), un competente y riguroso oficial que es elegido para investigar y grabar al reconocido dramaturgo Georg Dreyman (Sebastian Koch) –un Premio Nacional de Literatura mimado por el régimen– y a su pareja Christa-Maria Sieland (Martina Gedeck) –una popular y guapa actriz–. En realidad, se trata de un plan urdido por el Ministro de Cultura Bruno Hempf para encontrar eventuales pruebas incriminatorias contra Dreyman y quedarse con su novia.

La Vida de los Otros, sustentada por un lúcido guión escrito por el mismo Florian y con envoltura de thriller de espionaje, fija su punto de mira en la reciente historia de la Alemania comunista pre-Caída del Muro. En ese contexto, aunando espíritu crítico y capacidad emocional, el director aborda temas como la falta de libertad, la violación de la intimidad y la privacidad de las personas y la posición del artista en un ambiente de extrema represión política y social, lo que liga la película con todo un abanico de derechos humanos y fundamentales pisoteados.



Centrando su mayor interés en la figura de Wiesler, la cinta resulta un magnífico tratado fílmico sobre la resiliencia, o la capacidad que tiene una persona para adaptarse positivamente a situaciones adversas o traumáticas –al caso, el yugo comunista de la Alemania Oriental–. En el filme aparecen varios tipos humanos al respecto. En primer lugar Dreyman, un intelectual que se refugia en el arte como respuesta a la desesperanza que le transmite el sistema político. Después Christa-Maria, una mujer que pese a su amor hacia su novio se deja arrastrar hasta la humillación y deslealtad por temor a perder su profesión. El tercero es Albert Jerska, amigo disidente de Dreyman, al que le han prohibido ejercer su labor como director teatral y que acabará suicidándose.

Y por último Gerd Wiesler, el epicentro, el más resiliente; un hombre solitario y triste, de costumbres austeras y sin ninguna ambición más allá de ser un eficiente espía de la Stasi. No obstante, mediante ese su vivir que reside en el solo asistir a «la vida de los otros» –que se revela más plena que la suya– asistimos a su singular y paulatina transformación psicológica. Wiesler, tras supervisar clandestinamente la vida íntima de la pareja, adquiere conciencia de la podredumbre y sinrazón del sistema en el que creía ciegamente, al tiempo que descubre algo anhelado pero desconocido para él: el amor, los sentimientos, la rebelión, el arte y las ideas verdaderas, las cuales resquebrajarán la concepción que tiene del mundo gris que le rodea. De esa forma, Florian H. von Donnersmarck también reflexiona sobre la dignidad y la responsabilidad del ser humano, conformando la esperanzadora idea de que cualquier persona puede avergonzarse de sus actos, enmendarse y hacer lo correcto.



Si bien La Vida de los Otros constata los inflexibles condicionantes vitales y políticos soportados por la ciudadanía en un determinado país y en una época concreta, cabe hacer una abstracción, ya que en ella se reflejan aspectos propios de cualquier otro régimen dictatorial. La película, que nos regala una parte final grandiosa, añade a sus muchas virtudes una soberbia dirección de actores, entre los que destaca un inmenso Ulrich Mühe (1953-2007), que casualmente estuvo seis años casado con una colaboradora de la Stasi y que sólo dos años después de haber interpretado al capitán Wiesler falleció a causa de un cáncer. La Vida de los Otros es su resplandeciente testamento fílmico.


 «A HGW XX/7. Con agradecimiento»


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TOP 10 Aki Kaurismäki


AKI OLAVI KAURISMÄKI (Orimattila, Finlandia, 1957)
El cineasta de los «perdedores» y desheredados del Sistema. Lenfant terrible del cine europeo



«No tengo sentido del humor pero de la ironía sí, aunque prefiero el sarcasmo, la ironía es cínica. Yo soy simplemente un escéptico.
No veo ningún porvenir para este mundo. No hay ironía en esta actitud»

Aki Kaurismäki


1. UN HOMBRE SIN PASADO
(Mies Vailla Menneisyyttä, 2002)


2. EL HAVRE
(Le Havre, 2011)


3. LA CHICA DE LA FÁBRICA DE CERILLAS
(Tulitikkutehtaan Tyttö, 1990)


4. NUBES PASAJERAS
(Kauas Pilvet Karkaavat, 1996)


5. LA VIDA DE BOHEMIA
(La Vie de Bohème, 1992)


6. ARIEL
(Ariel, 1988)


7. CONTRATÉ A UN ASESINO A SUELDO
(I Hired a Contract Killer, 1990)


8. LUCES AL ATARDECER
(Laitakaupungin Valot, 2006)


9. JUHA
(Juha, 1999)


10. LENINGRAD COWBOYS GO AMERICA
(Leningrad Cowboys Go America, 1989)


Mención extra: LOS PERROS NO TIENEN INFIERNO
(Dogs Have No Hell, 2002). Cortometraje


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TOP 10 Mejores películas para Michael Haneke


«El cine es el medio manipulador por excelencia. Cuando usted piensa de nuevo en la historia del cine y del siglo XX, se ve la propaganda que se ha hecho. Así que hay exigencias morales en el director para tratar a los espectadores tan en serio como él o ella se toma así mismo y no a verlos simplemente como víctimas que pueden ser manipulados para cualquier fin que tengan»

Michael Haneke


1.  AL AZAR DE BALTASAR (Au Hasard Balthazar)
Robert Bresson (FRA/SUE, 1966)


2. LANCELOT DEL LAGO (Lancelot du Lac)
Robert Bresson (FRA/ITA, 1974)


3. EL ESPEJO (Zerkalo) 
Andrei Tarkovsky (URSS, 1975)


4. SALÓ, O LOS 120 DÍAS DE SODOMA (Salò o le 120 Giornate di Sodoma)
Pier Paolo Pasolini (ITA/FRA, 1975)


5. EL ÁNGEL EXTERMINADOR (ídem)
Luis Buñuel (MEX, 1962)


6. LA QUIMERA DEL ORO (The Gold Rush)
Charles Chaplin (EEUU, 1925)


7. PSICOSIS (Psycho)
Alfred Hitchcock (EEUU, 1960)


8. UNA MUJER BAJO LA INFLUENCIA (A Woman Under the Influence)
John Cassavetes (EEUU, 1974)


9. ALEMANIA, AÑO CERO (Germania, Anno Zero)
Roberto Rossellini (ITA/ALE/FRA, 1948)


10. EL ECLIPSE (L’eclisse)
Michelangelo Antonioni (ITA/FRA, 1962)


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TOP 10 Mejores películas para Andréi Tarkovski



«Completamente implicado en mi propuesta se sentó durante varios minutos con su cabeza directamente apuntando a una folio en blanco y empezó a escribir los nombres de sus directores favoritos: Buñuel, Mizoguchi, Bergman, Bresson, Kurosawa, Antonioni, Vigo… uno más, Dreyer, incluido tras una pausa. Acto seguido confeccionó una lista de películas que cuidadosamente puso en orden. La lista parecía confeccionada pero, de repente, Tarkovski añadía otro título: Luces de la Ciudad»

Leonid Kozlov, en 1972


1. DIARIO DE UN CURA RURAL (Journal d’un Curé de Campagne)
Robert Bresson (FRA, 1951)


2. LOS COMULGANTES (Nattvardsgästerna)
Ingmar Bergman (SUE, 1963)


3.  NAZARÍN
Luis Buñuel (MEX, 1959)


4. FRESAS SALVAJES (Smultronstället)
Ingmar Bergman (SUE, 1957)


5. LUCES DE LA CIUDAD (City Lights)
Charles Chaplin (EEUU, 1931)


6. CUENTOS DE LA LUNA PÁLIDA DE AGOSTO (Ugetsu Monogatari)
Kenji Mizoguchi (JAP, 1953)


7. LOS SIETE SAMURÁIS (Shichinin no Samurai)
Akira Kurosawa (JAP, 1954)


8.  PERSONA
Ingmar Bergman (SUE, 1966)


9. MOUCHETTE
Robert Bresson (FRA, 1967)


10. LA MUJER DE LA ARENA (Suna no Onna)
Hiroshi Teshigahara (JAP, 1964)


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MÁSCARA DEL DEMONIO, LA


La Maschera del Demonio

Italia, 1960. 87 min. B/N

Director: MARIO BAVA. Guión: Mario Bava, Ennio De Concini, Mario Serandrei (Historia: Nikolái Gógol). Música: Roberto Nicolosi, Les BaxterFotografía: Mario Bava. Intérpretes: Barbara Steele, John Richardson, Andrea Checchi, Ivo Garrani, Arturo Dominici, Enrico Olivieri, Antonio Pierfederici, Tino Bianchi, Clara Bindi, Mario Passante, Renato Terra, Germana Dominici.


PRÍNCIPE VAJDA: «Tu sonrisa ha desaparecido. ¿Quieres que dejemos el castillo? ¿Encuentras demasiado tristes estos viejos muros?»

 PRINCESA KATIA VAJDA: «No. Quiero seguir aquí. La melancolía de esta casa me gusta. Durante siglos ha sido nuestra residencia, ¿por qué cambiar ahora?
Aquí está el pasado… Y la memoria de quienes nos precedieron…»


Mario Bava (1914-1980) es uno de los grandes maestros del cine de terror del siglo XX, así como figura clave en el nacimiento y desarrollo del género en su país. La joya de su corona y germen –a salvo I Vampiri (1956), de Riccardo Freda– es La Máscara del Demonio, uno de los filmes más importantes del fantastique europeo del siglo pasado, a pesar de su condición de ópera prima. La película, fuente de inspiración para muchos autores que han expresado su amor cinéfilo por ella, también es conocida por ser la que convirtió a Barbara Steele en musa absoluta del horror-gótico de los lejanos años sesenta.  



La Máscara del Demonio se basa levemente en el cuento de terror ruso «El Viyi» (1835), de Nikolái Gógol, y homenajea en algunos pasajes a «Drácula», de Bram Stoker. La cinta arranca en Moldavia, en el año 1630, con un prólogo mítico y cruel: Asa Vajda (Barbara Steele) y su amante Javutich (Arturo Dominici) son condenados a morir en la hoguera acusados de brujería por un tribunal de la Inquisición presidido por el hermano de la mujer. Antes deben colocarle a Asa la Máscara del Demonio, cuyo reverso está salpicado de clavos que van a hundirse a martillazos en su rostro. Asa jura venganza: «¡Desde las tinieblas yo volveré para atormentar y aniquilar a tus descendientes!»

Dos siglos después, el profesor Dr. Thomas Kruvajan (Andrea Checchi) y su asistente, el joven Dr. Andre Gorobec (John Richardson), viajan a través de tierras inhóspitas para acudir a una conferencia médica. Por el camino, las ruedas del carro se rompen y quedan varados en una comunidad encantada. Los dos hombres llegan a una iglesia en ruinas y descubren la tumba de Asa en una cripta. Sin querer la resucitan, si bien para volver a tener una existencia plena y llevar a cabo su venganza debe beber la sangre y drenar el cuerpo de la bella Katia Vajda (Barbara Steele), una descendiente de la familia Vajda de idéntico físico al suyo.



La elección de la por entonces desconocida y después venerada Barbara Steele (Birkenhead, Cheshire, Inglaterra, 1937) resultó un acierto superlativo, hasta el punto de que La Máscara del Demonio es inconcebible sin su presencia. La actriz, extrañamente sexual y con un rostro geométrico y ojos de gata, capaz de desplegar una fuerza expresiva poco común, encarna la dualidad (femenina) ambivalente, de todo punto turbadora y tan recurrente en la literatura gótica y romántica. En su doble papel, Barbara personifica tanto a Katia (Eros, la pulsión de vida), la princesa de apariencia angelicalcomo a su opuesto, la perversa hembra Asa (Thánatos, la pulsión de muerte).


«En este doble sentido de muerte que domina todos los filmes de Barbara Steele se nos dan dos aspectos de un mismo dudoso intento de resucitar la obsesión romántica: de un lado, la fascinación del Más Allá, con su legado de criaturas deformes; del otro, la fascinación de la ruina, de todos los imperios perdidos en el arenal del tiempo. Barbara se convierte en viajera incansable hacia todos los arcanos que se perdieron más allá de la historia»

Terence Moix



La verdadera dimensión de La Máscara del Demonio radica en su elegancia técnico-formal y la extraordinaria imaginería gótica de la que hace gala, emparentándose en ambientación y puesta en escena con los filmes de la Hammer y el triunvirato CormanPrice-Poe. Y es que Mario Bava era un experto en pintura, algo que se aprecia en la composición del plano y los encuadres. La preciosista fotografía en blanco y negro bordada por él mismo, los juegos de luces y sombras expresionistas y la música sepulcral de Roberto Nicolosi contribuyen a dotar la película de una atmósfera subyugante, mórbida y de lirismo fúnebre.

El director italiano tiene la insólita virtud de hacer que horror/repugnancia y belleza/sensualidad convivan a la vez en pantalla, o más bien que dichas nociones, contradictorias, se fundan en una sola. Vampirismo y brujería, la figura del doppelgänger, amores de ultratumba imposibles (el del ingenuo Dr. Gorobec por Kattia) y maldiciones seculares sobre familias de alto linaje se conjugan con cementerios brumosos, castillos antiguos, pasadizos secretos, bosques umbríos, noches perpetuas y amplias telarañas. Bava, hurgando en las formas e ideas del terror clásico (Universal Pictures), termina extrayendo algo nuevo que es puro arte decadente.



La filmografía de Mario Bava brilla en la historia del cine por haber reconfigurado los parámetros del fantástico y el terror, creando dos corrientes tan contrastadas y exitosas como el gotico all’italiana y el giallo. Películas como La Muchacha que sabía Demasiado, La Máscara del Demonio, El Cuerpo y el Látigo, Seis Mujeres para el AsesinoOperazione Paura Danger: Diabolik verifican a perpetuidad el sorprendente talento de alguien que cultivó el género (péplum, giallo, terror, ciencia ficción, cómic) con óptica de auteur.


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TERCER HOMBRE, EL


The Third Man

Gran Bretaña, 1949. 104 min. B/N

Director: CAROL REED. Guión: Graham Greene (Novela: Graham Greene). Música: Anton Karas. Fotografía: Robert Krasker. Intérpretes: Joseph Cotten, Alida Valli, Trevor Howard, Orson Welles, Bernard Lee, Paul Hörbiger, Ernst Deutsch, Siegfried Breuer, Erich Ponto, Wilfrid Hyde-White, Hedwig Bleibtreu.


«Italia, durante treinta años, bajo los Borgia, tuvo guerras, terror, asesinatos y derramamiento de sangre… pero produjo a Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza tuvieron amor fraternal, quinientos años de democracia y paz. ¿Y qué produjeron? ¡El reloj de cuco!»

Harry Lime/Orson Welles


El Tercer Hombre eleva a Sir Carol Reed (Londres, 1906-1976), carente de una rúbrica autoral inconfundible, al purgatorio de los directores que una vez asaltaron el cielo de los elegidos. Esta mítica película, distinguida en 1999 por el British Film Institute como la mejor británica de la historia, es uno de los iconos del cine de los años cuarenta. Confluencia de cuatro de los mayores talentos de la industria cinematográfica (Alexander Korda, productor; Graham Greene, guionista; Carol Reed, director, y Orson Welles, actor), el filme bebe del cine negro americano, el expresionismo alemán y el Neorrealismo italiano.

Pese a que se ha dicho hasta la saciedad que Orson Welles fue el autor oculto de El Tercer Hombre, su verdadero artífice es Graham Greene, uno de los grandes novelistas del siglo XX y que, –insólito caso–, escribió antes el guion que la novela (1950). En ese sentido, aunque formalmente la película tiene mucho de Welles, su contenido es puro Green, planteándose complejos conflictos morales y no temáticas específicamente shakesperianas, tan propias del cineasta de Wisconsin Welles.



Una voz en off expone en el inicio de El Tercer Hombre la situación de la Viena de 1947, derruida tras la II Guerra Mundial: las cuatro potencias vencedoras (Estados Unidos, Unión Soviética, Inglaterra y Francia) se reparten por zonas el control de la ciudad. En este contexto, Holly Martins (Joseph Cotten), un mediocre escritor yanqui, llega a la capital austriaca en busca de su amigo de infancia Harry Lime (Orson Welles), quien le ha prometido un trabajo. Pronto le informan de su misterioso fallecimiento, supuestamente atropellado por un coche. Junto a la novia de Harry Lime, Anna Schmidt (Alida Valli), y con la ayuda del policía Mayor Calloway (Trevor Howard), Holly emprende la investigación del caso, viéndose envuelto en una trama siniestra en busca del «tercer hombre» al que vieron llevarse el cadáver de Lime. Holly, desubicado en un medio que desconoce, se verá obligado a aceptar que su viejo amigo es, en realidad, un malvado explotador del mercado negro y un asesino.

Orson Welles convierte su virtual cameo actoral (de apenas cinco minutos) en una de las más brillantes interpretaciones que se han hecho de un villano, con una primera aparición en pantalla mágica, descubriéndose en la oscuridad de un portal tras el movimiento de una lámpara. Harry es un oportunista que ansía poder, aborrece a sus semejantes y desprecia la justicia, la democracia y la paz. Probablemente, junto a Rebeca (1940), de Alfred Hitchcock, y Laura (1944), de Otto Preminger, El Tercer Hombre es la mejor película sobre un no-muerto, aquellos que se revelan a lo largo de la historia como seres muy vivos y que acaban engullendo al resto de personajes.



«El peor cáncer que sufre la humanidad no es la maldad, sino la estupidez, un malo inteligente hace el mundo mejor, porque te obliga a estar despierto. Los malos son necesarios. Evitar todo asomo de mal es cargarte el sistema inmunológico de la humanidad»

Arturo Pérez-Reverte


Tan pulida técnicamente como el mejor de los clásicos de Hollywood y con un guion extraordinario, El Tercer Hombre es una mezcla de thriller político, amor imposible y misterio gótico. Expuesta como una alambicada historia de apariencias e identidades, explora el egoísmo, el cinismo y la maldad del ser humano, planteando el dilema moral de tener que escoger entre la fidelidad y lo éticamente correcto. En su 19ª película, Carol Reed continúa por la senda del humanismo pesimista que él mismo había trazado en Larga es la Noche (1947) y El Ídolo Caído (1948), también escritas por Graham Greene.



El Tercer Hombre traslada con eficacia el pesadillesco mundo urbano de las cintas estadounidenses de género negro a un escenario europeo. El filme rinde homenaje a una Viena en plena posguerra, decadente y lánguida (edificios semiderruidos, subsuelos laberínticos, pavimento húmedo, noches desoladas, rostros angustiados). La Viena de Carol Reed es una ciudad, como metáfora de la moral maltrecha de los personajes, que ya no tiene nada que ver con aquella imperial, eminentemente romántica, que retrató Max Ophüls en sus películas.

A ello se añaden eternos juegos de luces y sombras que crean un clima fantasmagórico y ayudan a elevar la atmósfera de tensión. El director inglés, apoyado en la impresionante fotografía de Robert Krasker, reinventa el expresionismo dotando a la puesta en escena de un regusto deliciosamente barroco: decorados exuberantes, angulaciones de cámara, planos inclinados, picados y contrapicados. Por su parte, la singular e hipnótica música está interpretada, con unas cuantas notas de cítara (instrumento cordófono originario de Oriente), por Anton Karas, un desconocido vienés que encontraron tocando en la calle.



La película cuenta con varias escenas iconográficas en la historia del cine: la sorpresiva primera aparición de Harry Lime, la persecución por los alcantarillados o el plano secuencia final. Este último, con la belleza melancólica de Alida Valli viniendo de lejos hacia el objetivo, flanqueada por árboles desnudos y dejando al lado con actitud de desprecio a Holly, es una hermosa plasmación del despecho que anticipa lo que años después serían los tiempos muertos de Michelangelo Antonioni: poner la cámara fija y dejar que el espectador empiece a pensar qué está ocurriendo en ese encuadre inmóvil.